Las lenguas indígenas son la clave para comprender quiénes somos realmente

Una mujer y su bebé se bañan en un arroyo cerca de su comunidad. Sean cuales sean nuestras diferencias, la lengua demuestra que los padres y madres de todo el mundo se relacionan con sus hijas e hijos de un modo similar. | Toby Nicholas/Survival

2019 es el Año Internacional de las Lenguas Indígenas; supone tanto la celebración de la diversidad humana como un recordatorio urgente del ritmo a que está desapareciendo dicha diversidad. Con cada lengua que se extingue perdemos una pieza fundamental del puzle humano.

 

Las lenguas constituyen uno de los mayores emblemas de la diversidad humana, pues revelan las sorprendentes diferencias con las que los seres humanos sabemos percibir y relacionarnos con el mundo y darle sentido. También son las exquisitas bibliotecas existentes, en las que hallamos la historia colectiva, el conocimiento, la mitología y las percepciones de todo un pueblo. Sin embargo, esta diversidad se está perdiendo a un ritmo alarmante. Algunos expertos se atreven incluso a afirmar que el 90% de las lenguas del mundo están en riesgo de extinción.

Pero ¿por qué preocupa la pérdida de lenguas indígenas? Sigue leyendo para ver por qué las lenguas indígenas son fundamentales para comprender el mundo en que vivimos, quiénes somos realmente y de qué somos capaces los seres humanos…

Las lenguas mueren porque la gente deja de hablarlas debido a presiones sociales, cambios demográficos y fuerzas externas. La colonización, y el capitalismo globalizado a que dio lugar posteriormente, han sido tal vez la principal causa de la desaparición de lenguas en la historia de la humanidad, y este legado sigue vivo y activo actualmente. Survival International ha emprendido una campaña contra las Escuelas Fábrica (internados) que contribuyen activamente a la muerte de lenguas al enseñar a los niños indígenas en el dialecto dominante o el idioma oficial del Estado y no en su lengua materna. Esta supresión cultural sistemática es una amenaza para la vida de millones de niñas y niños, sus familias, las comunidades indígenas y la supervivencia de lenguas en todo el globo.

Aunque existen alrededor de 7.000 lenguas habladas en la Tierra, más o menos la mitad de la población mundial habla 23 idiomas. Por otro lado, casi 3.000 lenguas se consideran en peligro de extinción, lo que significa que casi la mitad de la diversidad lingüística actual del planeta está amenazada.

Existe una estrecha correlación entre la diversidad lingüística y la biodiversidad

La zona lingüísticamente más diversa del planeta es la isla de Nueva Guinea, dividida entre el Estado independiente de Papúa Nueva Guinea y Papúa Occidental, que se halla bajo ocupación indonesia. En una extensión de 786.000 km² se hablan unas mil lenguas. Compárese esto con Europa, ¡donde se hablan unas cien lenguas en una zona de más de diez millones de km²!

Existe una estrecha correlación entre la diversidad lingüística y la biodiversidad; allí donde hay más especies de plantas y animales es donde se hablan más lenguas. Las lenguas están estrechamente relacionadas con el entorno en que se hablan, de modo que en esas zonas existe un conocimiento rico, detallado y técnico de la flora, la fauna y el hábitat de las mismas.

Cuando los científicos “descubren” una nueva especie, uno podría apostar hasta su último euro a que los indígenas que viven en esa zona ya tienen un nombre para esa especie y un profundo conocimiento de la misma. Estas lenguas son enciclopedias ecológicas y, puesto que en su mayor parte no están escritas, cuando dejan de hablarse esa sabiduría y esa comprensión únicas se pierden para siempre. La diversidad biológica y la diversidad lingüística van de la mano; si una está amenazada, la otra también.

Alrededor de la mitad de las lenguas del mundo carecen de forma escrita, pero esto no significa en modo alguno que carezcan de cultura.

Las lenguas no escritas son ricas en tradiciones orales; historias, canciones, poesía y rituales se transmiten de una generación a otra y se mantienen notablemente coherentes y fiables en el tiempo. Científicos hallan cada vez más pruebas de acontecimientos que ocurrieron hace miles de años y que están documentados y conservados gracias a la tradición oral indígena, transmitidos y preservados de forma impresionante a través de cientos de generaciones.

Ningún ser humano en la Tierra habla una lengua “primitiva”, porque tal cosa, sencillamente, no existe Todos los idiomas tienen unas reglas complejas y únicas de pronunciación, vocabulario y gramática que todos sus hablantes conocen y comprenden intuitivamente.

De hecho, las lenguas indígenas suelen ser en general las más complejas, especializadas e idiosincráticas, sobre todo las que se hablan en zonas remotas por parte de pocos centenares de personas. Las grandes lenguas mundiales, como el inglés, el español o el chino mandarín, son relativamente más simples y en conjunto siguen pautas más predecibles. A causa de esta singularidad, las lenguas más amenazadas son lógicamente las que más tienen que enseñarnos sobre la increíble amplitud y la variedad de la percepción y la experiencia humanas.

Algunas lenguas indígenas demuestran que la expresión humana no se limita a la palabra hablada. Las más famosas son tal vez las lenguas de tambor africanas, que permiten transmitir mensajes entre comunidades a una velocidad de más de 160 kilómetros por hora.

Existen asimismo unas 70 lenguas indígenas que pueden silbarse. No es como silbar la melodía de una canción, sino que se silban palabras y frases con la misma flexibilidad que el habla normal. Esto permite a la gente comunicarse efectivamente en terrenos montañosos, en el mar o en un bosque tupido. Va muy bien para cazar, porque suena como el trino de un ave y por tanto no ahuyenta a las presas.

La lengua que hablas determina tu manera de relacionarte con el mundo, pero no limita tu capacidad de pensar y entender. Mientras que nosotros ordenaríamos una secuencia de acontecimientos o imágenes de izquierda a derecha, empezando por la izquierda y terminando en la derecha, los hablantes de una lengua indígena australiana ordenan los acontecimientos de este a oeste, como el curso del sol a lo largo del día. Esto significa que el orden en que colocarían, por ejemplo, una secuencia de fotos que muestran a una persona que envejece cambiaría en función de la posición en que se hallen en un momento dado.

La mayoría de nosotros carecemos de esta capacidad para orientarnos instintivamente entre este y oeste, de modo que seríamos incapaces de colocar las fotos en el orden “correcto” para los hablantes de esta lengua. Sin embargo, el hecho de que veamos el mundo de un modo distinto no implica que no comprendamos su lógica..

Sea cual sea la lengua que se habla, las personas son personas. Palabras como “mamá” y “papá” son notablemente parecidas en casi todas las lenguas, incluidas algunas variantes como “tata”, “dada” y “nana”. ¿Es esto una prueba de que existe alguna profunda relación histórica entre todas las lenguas?

No. Lo que demuestra en realidad es que la boca de todos los bebés tiene la misma estructura. Sonidos como “ma”, “pa”, “da”, “ta” y “ga” son los más fáciles de pronunciar, de modo que son los primeros que aprenden los bebés. Todos los progenitores cariñosos consideran que su hijo o hija ha de dirigirse a ellos personalmente, de manera que “mamá” y “papá” pasan a formar parte del vocabulario.

Las lenguas son la prueba de que todos los seres humanos son básicamente parecidos, pero al mismo tiempo diversos, innovadores y únicos de un modo fascinante. No solo revelan la deslumbrante variedad de la cultura y la experiencia humanas, sino que también nos proporcionan, mejor que ningún otro fenómeno, la noción de lo que significa ser humanos, además de los límites y posibilidades de nuestras mentes.

Cosas que podríamos suponer que son comunes a todos los humanos, como que el pasado está detrás y el futuro delante de nosotros, que lo que sigue al 1 es el 2 y que el azul y el verde son colores diferentes, resultan no ser el casopara todo el mundo; otras lenguas lo hacen de modo distinto. Incluso hay pruebas de que la lengua que uno habla cambia realmente la estructura de su cerebro.

Se calcula que ya el 97% de las lenguas humanas que han existido históricamente se han extinguido. Esto representa un vacío enorme en nuestro conocimiento y nuestra comprensión de nosotros mismos como seres humanos. Cuando muere una sola lengua, desaparece para siempre una pieza fundamental del puzle humano.

La causa fundamental de la muerte de una lengua se da cuando los niños dejan de hablar la lengua de sus progenitores. Esto puede ocurrir por una serie de razones, pero un factor clave es cuando a los niños se les hace sentir vergüenza por hablar la lengua de su familia. Survival impulsa una campaña contra la “reprogramación” de niños indígenas en “Escuelas Fábrica” (internados) de todo el mundo, donde se impone la lengua y la cultura dominantes a los niños indígenas.

Escuelas de este tipo han existido en la historia de Australia, Canadá y Estados Unidos, donde se denominaban “residential schools”. Además de acelerar la extinción de cientos de lenguas indígenas, el trauma infligido a las víctimas y comunidades se transmite de una generación a otra y todavía causa sufrimiento en la actualidad.