Neocolonialismo en América Latina.

Imagen gentileza Sputnik

Neocolonialismo en América Latina.

Por Félix Madariaga

“El desarrollo es un viaje con más náufragos que navegantes” Eduardo Galeano

¿Qué se entiende por Neocolonialismo?

Comenzaremos explicando el concepto para aquellos que lo tienen un poco confuso.

El neocolonialismo es el trabajo que hacen las potencias más poderosas utilizando la economía interna de una nación, la globalización empresarial, el imperialismo cultural y la “ayuda condicional” para someter a  países con menos recursos económicos. Esto ha sustituido los antiguos métodos coloniales – utilizados por el imperialismo – con el control militar y político, eso que llamábamos “hegemonía” o las antiguas dictaduras militares en América Latina imponiendo a sangre y fuego el modelo neoliberal como ocurrió en Chile el 11 de septiembre de 1973;  en definitiva es la nueva forma en que un país poderoso ejerce el dominio sobre otra nación, la que se subordina y se vuelve dependiente, obligado a seguir las reglas impuestas por la potencia neocolonialista.

No hay dudas que también volvemos a la antigua practica, no tan lejana en el tiempo, de los países capitalistas, la relación mercantil con sus colonias en el mundo, hoy en día de forma similar se trata de una nueva forma de obtener un nivel de control político y generar de deudas obligatorias. Estos lazos cada vez se vuelven más fuertes y no se puede volver atrás.

 

La nueva cara del viejo colonialismo

La firma de tratados de libre comercio está cuestionando la independencia y autonomía de los países de nuestro continente, y con ellos vuelve a surgir el tema del neocolonialismo, el que ya se había abordado en los años 60 y 70 en África, a raíz de la dominación europea sobre su territorio, convirtiéndose en una nueva estructura de dominación. Un dato para la causa: en 1913, casi todo el continente africano se encontraba dividido en las manos de los países europeos, principalmente Gran Bretaña y Francia. Hoy se dice que los países neo colonizados son independientes, pero esa afirmación es sólo en teoría, porque los sistemas económicos y, por ende, su política son dirigidos por los países que lo dominan. Las palabras claves para entenderlo en América Latina son: tratados de libre comercio, deuda externa, modelo de sustitución de importaciones, dependencia económica. Y no nos olvidemos del largo alcance del modelo que incluso permitió la sanguinaria colaboración entre dictaduras a través del Plan Cóndor.

El antiguo colonialismo no ha cambiado, sólo que ahora es otro el objetivo, a causa de la desintegración de la URSS, el nuevo objeto de ataque serían las guerrillas izquierdistas y el socialismo de este siglo, discurso que se ve reflejado en políticos latinoamericanos que reciben abierta colaboración de Estados Unidos, como ejemplo Colombia donde actualmente los norteamericanos tienen bases militares como Puerto Leguizamo, Larandia y Tres esquinas, despliegan operaciones contra el narcotráfico y el terrorismo, y no sería imprudente pensar que el desencadenante de esto es la percepción de un peligro latente en Sudamérica, debido a los países seguidores del llamado Socialismo del siglo XXI, especialmente Venezuela, con Nicolás Maduro y Nicaragua de Daniel Ortega.

 

Tratados de libre comercio, ¿a quiénes benefician realmente?

El Socialismo del Siglo XXI es el que representa mayor riesgo para los países dominantes, puesto que pone en riesgo sus intereses al buscar otros socios comerciales como China y Rusia y se emancipan de eterno lazo comercial con Estados Unidos.

Con el fortalecimiento de esas otras relaciones comerciales, Estados Unidos y algunos países europeos perderían enormes cantidades de dinero por el alza en los impuestos que esta corriente ideológica generaría, y les privaría de recursos primarios muy importantes para las grandes industrias, como el petróleo, el gas, además de minerales. Consecuencia a lo anterior, está el caso del Cono Sur con el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en donde los países de Sudamérica establecen “su compromiso con la consolidación de la democracia, la seguridad jurídica, el combate a la pobreza y el desarrollo económico y social con equidad” (MERCOSUR, 1992).

El neocolonialismo es una guerra pasiva, puesto que no hay una confrontación militar directa, y los contratos comerciales internacionales, así como los consejos sobre política económica son la armadura que utilizan los Estados dominantes frente a los países neocolonizados, disfrazando los tratados, el discurso del libre cambio, como formas de ascendencia económica, cuando en realidad trae una serie de aspectos negativos que afectan las empresas nacionales de cada país. Estados independientes, autónomos y soberanos no existen bajo las premisas del neocolonialismo.

El rostro más cercano de Estados Unidos en su búsqueda de aliados en América Latina, está compuesto por los 11 países elegidos para formar parte de la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica, APEP, un proyecto que había anunciado Joe Biden en el contexto de la IX Cumbre de las Américas, celebrada en Los Ángeles en 2022. 

La iniciativa del presidente Biden, considera un proyecto de desarrollo para el continente que involucra a Barbados, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay. Este proyecto busca alinear “las democracias” del continente, y para llevarlo a terreno, se dieron cita el 3 noviembre pasado en la Casa Blanca, aquí no están Nicaragua, Brasil, Venezuela.

La APEP nace con una perspectiva muy interesante para los mecanismos de integración y prospectaría algunos proyectos atractivos. Para comenzar, esta iniciativa buscaría impulsar el crecimiento económico del hemisferio, consolidar una mayor colaboración económica con los países firmantes,  disminuir los niveles de pobreza, aumentar la capacidad económica y adquisitiva de la población. Los 11 países representan el 90% del Producto Interno Bruto (PIB) de América,  pero como dice el dicho popular ”no todo lo que brilla es oro”, quizás que consecuencias o crisis financiera, traerán estos acuerdos comerciales para el futuro.

La propuesta de Estados Unidos de  apoyar permanente a sus vecinos no debería ser una mala idea, pero ya conocemos su forma de operar, entonces, es normal preguntarse qué costo tendrá esta ”colaboración”, ¿qué pasará con los países que no son parte de la APEP?, ¿surgirá una América de tercera categoría? Son muchas las interrogantes que se plantean, sólo podremos esperar para ver cómo se consolida esta alianza, pero no hay que ser ingenuos, estos nuevos procesos ideológicos podrían frustrar el camino hacia la integración latinoamericana, y ya todos sabemos que se esconde detrás de esto, como se podría decir cambiando un dicho popular “Dividir para volver neocolonizar”.

 

Fuentes:

https://www.airuniversity.af.edu/Portals/10/JOTA/Journals/Volume%203%20Issue%203/03-Urbano_s.pdf

https://actualidad.rt.com/actualidad/234964-colonialismo-acabo-america-latina

https://www.youtube.com/watch?v=dG5EUSK5z7Q

https://www.elindoamericano.cl/index.php/2024/01/05/asociacion-de-las-americas-para-la-prosperidad-economica-apep-prosperitas-para-quien/