Se cumplieron 113 años de la matanza de mineros del salar

`Con los chilenos vinimos y con los chilenos vamos a morir´. Esa fue la dura respuesta de obreros bolivianos, peruanos y argentinos ante la inminente amenaza de represión.

En 1907 en la Escuela Santa María de Iquique y ante la amenaza de una brutal represión que terminó con la vida de miles de mineros  de las salitreras, incluyendo mujeres y niños, los obreros se unieron para rechazar las amenazas y enfrentar juntos lo que vendría.

Tal vez un hecho menos conocido de esta historia, es que en la Escuela Santa María no sólo murieron chilenos, también habían trabajadores bolivianos, peruanos y argentinos, quienes enfrentaron unidos la muerte que ya habían decidido para ellos. De nada sirvieron los intentos diplomáticos para hacerlos abandonar el lugar, ni las amenazas ni los ruegos.

Las malas condiciones de trabajo, la explotación, el abuso no distinguía nacionalidades, y ellos ya habían comprendido que solos o divididos no tendrían ninguna posibilidad frente a los dueños de sus vidas. La dignidad se conquista, no es un regalo y si lo fuese no sería dignidad.

los obreros obrando la vida de miles de trabajadores chilenos, bolivianos, peruanos y argentinos, ante el pedido de los consulados para que los extranjeros abandonen la huelga, los obreros se negaron y respondieron: “con los chilenos vinimos, con los chilenos morimos”, “no somos bolivianos, ni peruanos, somos obreros” dijeron los trabajadores.

Rescatamos acá un extracto de aquella obra que recoge el sentir de obreros bolivianos frente a la posibilidad de ser asesinados si permanecían en la Escuela. Es la contundente respuesta que dan a su cónsul, Arístides Moreno, quien los llamaba urgentemente a abandonar el lugar.

“Vengo a decirles que el que se quede en la escuela, morirá. La muerte llegará, todos ustedes deben marcharse en el acto, les dijo el cónsul.

Váyanse, por favor. ¡Partan, por amor del cielo! ¡Párense de una vez! ¡Anden! ¡Salgan! ¡Van a pasar barbaridades, cosas graves aquí! A las tres ¡Apúrense! ¡Yo me tengo que ir al instante! ¡Párense, por Dios! ¡Vámonos!, insistió.

Váyase no más, señor cónsul, fue la respuesta. ¿Pero ustedes…? ¿Ustedes entonces son suicidas?, interrogó. Nosotros con chilenos vinimos, con chilenos morimos, no somos bolivianos, ni peruanos, somos obreros, fue la última y contundente respuesta.”