Pasaje La Quena: la historia no contada de Corpus Christi

Por Félix Madariaga L.

A 34 años de ocurrida la matanza de Corpus Christi, “Gabriel” nos relata los minutos de terror que vivió tras enfrentarse a la CNI y romper el cerco policial que le habían tendido para asesinarlo. Elindoamericano.cl pudo contactarlo y nos contó su versión.  Él aún no quiere dar a conocer su verdadera identidad y prefiere que eso quedé como está, los años que estuvo escondido en casas de seguridad y su vida actual lo hacen tomar esa decisión.

A pocos días de una nueva conmemoración del asesinato de 12 jóvenes combatientes chilenos, en lo que conocemos como “Operación Albania” durante el 15 y 16 de junio de 1987, hemos querido ahondar en aspectos poco conocidos de esos días de profundo horror.

Queremos agradecer al compañero a “Gabriel”, su nombre de combate y político, por su coraje; no es fácil a pesar de los 34 años transcurridos revivir esa negra historia de nuestro País. Él fue el joven a quien la prensa de la época lo señaló como quien logró huir ese 15 de junio desde el Pasaje La Quena en la comuna de Las Condes con un fusil M16 en sus manos.

Gabriel se acercaba a los 30 años en 1987, había sido militante de las Juventudes Comunistas y como para muchos y muchas jóvenes de la época su paso al Frente Patriótico Manuel Rodríguez fue casi natural. Creció en la Calle 7 como  se llamaba el actual Pasaje La Quena, en su barrio jugó a la pelota, siendo hasta hoy hincha de la Universidad de Chile, hizo amigos, conoció la música de Silvio Rodríguez, aprendió a tocar la guitarra, tuvo sus primeros amores, y vivió en carne propia la injusticia de la dictadura de Pinochet.

Mi deseo de justicia era mayor a mi miedo.

¿Qué recuerdas de ese 15 de junio de 1987?

 Mataron a Benito…. Lo recuerdo perfectamente porque iba camino a almorzar con mi familia, era cerca de la una y me encontré con el “Lalo”, un amigo del barrio y me dice: te enteraste que en Colón mataron a uno que dicen era terrorista? Yo no lo sabía y el me dijo se llama Ignacio Valenzuela, le dije que no sabía quién era, nunca supe el nombre real de Benito.

Lo terrible es que a tu amigo, a tu compañero, a tu hermano lo acaban de matar y no tienes forma de saber que era él. Si yo lo hubiese sabido no habría ido a mi casa, me habría ido a la clandestinidad inmediatamente, habría desaparecido. Incluso en la noche, cuando la CNI me fue a buscar a mi casa, yo todavía no sabía que habían matado a Benito.

¿Imaginaste lo que sucedería?

Ese día, el 15 de junio, me tenía que encontrar con dos compañeros, no llegaron a los puntos que teníamos, también los mataron, reflexionando con los años, puedes pensar que en este caso la compartimentación nos jugó en contra, si nos hubiésemos conocido, a lo mejor nos habríamos salvado.

Durante la tarde escuche que habían matado a Benito, a Julio Guerra, a Ernesto, pero como yo no conocía sus nombres, no pude saber que eran mis compañeros de cada día y eso es sumamente cruel, no me entere hasta días después de quiénes eran. Pero también comencé a hilar cabos, los dos compañeros que no llegaron a los puntos, me pareció muy extraño, más las noticias sobre los otros jóvenes muertos, me hizo devolver a mi casa súper preocupado y ya en el camino, al bajarme de la micro, comencé a ver gente extraña, no del barrio, gente sentada en las bancas, a pesar de lo cual seguí hasta mi casa en el pasaje La Quena.

Allí vi tres hombres al final de la calle, dos por otro lado, a pesar de eso, seguí caminando porque quería llegar a mi casa para deshacerme de unos papeles que tenía. Estaba seguro que me estaban siguiendo, llegué a mi casa, me deshice de los papeles y le avisé a mi familia para que se cuidara.

¿Cuál era tu plan? ¿Qué sucedió cuando saliste nuevamente de tu casa?.

Cuando salí a la calle de nuevo pensé que me iban a detener, y nunca pensé en dejarme detener, mire hacia ambos lados del pasaje La Quena y había muchos CNI, no sabría decirte cuántos eran. Entonces, en una actitud suicida absoluta, no sé por qué lo hice, pensé voy a ir por uno de los lados y ellos se apegaron a la pared, una pared oscura en la que de todos modos se veían tres o cuatro chanchos. Incluso creo ver, no sé si ya esto es mi imaginación, un destello de una de las pistolas y cuando estaba cerca de ellos, se paran los tres, y un cuarto que estaba detrás de un poste y oigo claramente el grito: ¨Párate conchatumare, aquí mismo te vamos a matar”, me gritaron de todo. Cuando me detengo, yo creo que se confiaron, y pensaron que me iba a entregar, y decido ponerme a correr a todo lo que daba, es la vez que más rápido he corrido en mi vida. 

La cosa es que se confiaron cuando yo me quedé parado y comenzaron a hablar entre ellos, yo empecé a correr, creo que esos dos o tres segundos que tardaron en reaccionar me dieron 10 metros de distancia y en diez metros es difícil pegarle un tiro a una persona en movimiento, eran varios que me disparaban y yo corría y tuve mucha suerte. Corrí hacia el parque Apoquindo. Yo andaba con un revolver , recuerdo haber pegado un par de tiros hacia atrás, pero sin mirar a nadie; en ningún caso me detuve para enfrentarme a los chanchos, lo digo sinceramente. Las versiones oficiales decían que yo llevaba un fusil M16, pero no es así y hubiese servido a muy poco para mi plan de fuga. La cosa es que cuando corrí me pegaron un tiro en la cintura que no me dolía.

¿Cómo lograste salir del lugar, copado de agentes de la CNI y herido?

Cuando pasaba por el parque era una salvajada. Aparecieron chanchos por un lado, aparecieron más de frente, un helicóptero que sobrevolaba, y de repente veo en medio del parque Apoquindo – así como cuando cazan conejos – una de esas camionetas con focos neblineros alumbrando por donde iba yo. Un CNI que se puso en frente alumbrándome, cayó de repente al suelo, a ese chancho yo no le pegué ningún tiro, a él le dispararon los mismos CNI que estaban detrás de mí, fuego cruzado, de hecho, yo pasé por arriba de él corriendo, pegué un salto, lo escuché quejarse y todo. Después recuerdo que salté murallas, techos, me salió persiguiendo algún perro. Traté de entrar a la casa de una amiga y el padre de ella me dijo “ándate de aquí cabro weon que nos van a matar a todos”.

Seguí saltando paredes y andaban policías de civil por todos lados, el helicóptero alumbrando y llegué a la casa de mi amigo, el “Lalo”, su mamá me quería echar, no era bienvenido en ningún lugar, pero el “Lalo” me metió en el entretecho de la casa y la CNI entró a esa casa y le dijeron a su mamá, “señora vamos a revisar los alrededores de la casa y no se metieron dentro, porque si se hubieran metido me habrían descubierto”. Esa es mi historia. Un año después salí de Chile después de estar escondido en diversas casas de seguridad con identidad falsa.

¿y las armas que mostraron después del allanamiento de tu casa?

Los medios de comunicación mostraron armas y explosivos que supuestamente estaban en mi casa, esos los ingresaron ellos.

A veces se alinean los astros y uno tiene suerte, pero esa emboscada que me hicieron, esa ratonera era para morir. Yo tuve mucha suerte. A mi no me fueron a detener, a mi me fueron a matar.

El estallido social en Chile. ¿cómo ves ese proceso?

El estallido social, lo veo con esperanzas, con ilusión, con ganas de cambio. Y con ganas de que Daniel Jadue llegue lejos. A veces con pena también, tanto joven que ha perdido la vista, tanta represión, tantos presos, pero con sobre todo con esperanzas, con un poco de miedo también de que las cosas se tuerzan y salgan mal. El anticomunismo es muy duro, visto incluso que hay algunos DC que están dispuestos en las primarias a votar por Gabriel Boric, mira hasta donde pueden llegar en función de que no salga Daniel Jadue. Existe un anticomunismo exacerbado, no comprendo porqué.

Entrevistas elindoamericano.cl. El compromiso con la memoria debe ser permanente, y aportar nuevos antecedentes, históricos y humanos, es un deber.  Sólo muere quien es olvidado!