Amin Maalouf, el historiador del Levante
por Fernando Bendeck Inostroza, colaborador de El Indoamericano.
En Las Cruzadas vistas por los árabes hace hablar a historiadores y cronistas árabes del siglo X para mostrar la “otra mirada” del enfrentamiento entre moros y cristianos. En 2012 ingresó a la Academia Francesa en el sillón que dejó Leví-Strauss.
Nacido en Líbano en 1949, estudió sociología y economía política en la Universidad San José de Beirut. Fue periodista del diario An-Nahar siendo enviado a Vietnam y en 1976 producto de la guerra civil se autoexilió en Francia.
Como gran parte de las familias en Medio Oriente la de él es una mezcla de cristianos, ortodoxos y musulmanes.
Con una profusa historiografía, uno de los libros más reconocidos por la innovadora mirada es Las cruzadas vistas por los árabes publicado en 1989, que basándose en un exhaustivo análisis de historiadores y cronistas árabes de la Edad Media, presenta la “otra mirada” del proceso desde la llegada de los primeros cruzados a Tierra Santa hasta su derrota. Una mirada histórica abandonada que muestra los dos convulsos siglos que dieron forma a Occidente y al mundo árabe que hasta hoy condicionan las relaciones.
Son 14 novelas con un hilo conductor: la tolerancia y el ciudadano del mundo.
En 2010 fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias y en 2012 ingresó a la Academia Francesa, ocupando el sillón que dejó Leví-Strauss, el antropólogo y filósofo francés, uno de los intelectuales más prestigiados del siglo XX.
En su ingreso a la Academia francesa, Maalouf daba gracias a las dos patrias, Líbano y Francia, que le han dado las lenguas, las convicciones y las dudas. “En el Mediterraneo se ha levantado un muro que ha separado a los dos universos culturales a los que pertenezco. Mi ambición es la desgastar ese muro de la abominación”, asegura en la ceremonia de ingreso. Y es que es cosa de profundizar en su historiografía para darse cuenta de que efectivamente busca desnudar la realidad del Levante y no dejar de presentar una de las convulsiones que desde las guerras mundiales mantiene en vilo al planeta.
En otra de sus obras, Orígenes (2004) nos convoca hacia las raíces de su familia con una emotividad tal que cautiva en la medida que hace hablar a muertos y vivos. Es que trae al presente a un hombre que muerto revive en su nieto. “Pertenezco a una tribu que, desde siempre, vive como nómada en un desierto del tamaño del mundo”, asegura cuando presenta dicha obra.
León el Africano, Las escalas de Levante y El viaje de Baldassare, muestran la génesis de la historia, la cultura árabe y su proyección en el tiempo. El enfrentamiento que relata en Samarcanda, busca dar cuenta cómo una pequeña riña entre hermanos por heredar el trono termina en una cruenta guerra civil.
No dejando de ver concentrado el pensamiento en los vaivenes de Medio Oriente asegura que “estamos avanzando a un mundo de conflictos y amarguras, de discriminación y de guerras.” Esa mirada es la que también se presenta en sus libros El desajuste del mundo e Identidades asesinas.
Asegura no creer en el choque de civilizaciones, como ha planteado parte de la historiografía inglesa sosteniendo que la humanidad sucumbirá ante tamaño avatar. “No podemos pensar que ese es el destino del mundo, que son relaciones naturales de los pueblos. Esta situación es una aberración que la humanidad ha combatido y hoy más que nunca debemos combatir”.
Se define como franco-libanes porque un país “me le dio la vida y el otro la acogida” en tiempos muy convulsos y asegura que no tener cargo de conciencia porque, a diferencia de muchos que se exiliaron al inicio de la guerra civil, él realizó sus estudios universitarios en Líbano y luego se vio en la obligación de partir a Francia.
En Los desorientados, su última novela histórica muestra cómo un profesor de historia retorna tras un largo exilio y se reúne con sus amigos de juventud con los que “pretendían cambiar el mundo y que producto de la guerra fueron ellos los que terminaron siendo transformados”.