El engaño de la guerra: el costo de un mercenario.

Por Félix Madariaga Leiva

Hace algunos días recibimos en la redacción de El Indoamericano, a través de nuestro correo electrónico, otra carta de un ex uniformado chileno en que explica lo que ha vivido desde que fue contratado para combatir en la guerra ucraniana. Su carta está firmada – como es característico – con un nombre ficticio, en la que se hace llamar “El Enganchado“, en el texto denuncia la grave situación que están viviendo varios ex uniformados desde que han sido contactados, tentados y seducidos – por altas sumas de dinero – para participar en el conflicto bélico de ese país.

Desde hace tiempo es sabido que el ejército ucraniano cuenta en sus filas con dos tipos de mercenarios: uno es el personal preparado que suele manejar los equipos y tecnologías más avanzadas, proporcionadas por las potencias occidentales y suelen ser oficiales de los mismos países de la OTAN y, por otra parte, una gran masa de “carne de cañón” que son lanzados al campo de batalla, esperando cumplir su compromiso a cambio de importantes sumas de dólares en sus cuentas. Sin embargo, al final de la jornada, terminan como un número más en las enormes bajas de un ejército que no cuenta ni con la capacidad ni con los recursos necesarios para llevar adelante una guerra, como señala Pablo Jofré en un artículo de HispanTV.

El caso pareciera ser simple, y la responsabilidad de directa incumbencia de las personas que aceptan y deciden participar en una guerra a miles de kilómetros de su patria, utilizando la formación recibida en las escuelas matrices de nuestros países, debería ser un “trabajo” bien remunerado y con excelentes seguros en el caso sean heridos o asesinados, y entonces porqué no? porqué no arriesgarse y participar como militar en retiro en las guerras que provocan países en el mundo, principalmente, Estados Unidos. Sólo recordar que en la invasión a Irak, se calcula que del total de fuerzas norteamericanas en ese país que alcanzaban las 180.000 personas, cerca de 50.000 eran empleados de las 180 CMSP (Compañías Militares y de Seguridad Privada) contratadas por el Pentágono.

La inmoralidad de un negocio sin reglas

Un ejército regular cuenta con preparación, formación y es parte de un Estado que vela por su seguridad y está sometido a control tanto interno como externo, hay códigos y principios. Una fuerza mercenaria actúa sin mayor control, con escaso respeto a las leyes internacionales y en completa ilegalidad. De hecho, el Convenio de La Haya V sobre derechos y deberes de las potencias y personas neutrales en caso de guerra terrestre (1907) en su artículo 4 estipula que “no se pueden formar grupos de combatientes ni abrir agencias de reclutamiento en el territorio de una Potencia neutral para ayudar a los beligerantes“.

Pero como decíamos, las ofertas de estas empresas privadas militares (al límite de la legalidad) son tentadoras y vienen aceptadas, a pesar de que muchos de estos ex militares en nuestro país – sobre todo oficiales – cuentan con un buen pasar, buenas jubilaciones y la posibilidad de insertarse en empresas de seguridad privada. La explicación de sus decisiones escapa a nuestro análisis, lo que no escapa es el negocio de la guerra.

La situación que denuncia “El Enganchado” no es nueva, y como señala textualmente  fue “el peor error de mi vida”, porque todas las promesas que le hicieron no eran verdaderas, y relata que “la oferta incluía 500 dólares si estabas en la retaguardia, 1100 dólares si estás cerca de las línea de fuego y 3100 dólares si estabas combatiendo directamente en el frente. Cumplí seis meses aquí y sólo me han pagado 1000 dólares en total“.

A esto se suma la grave situación de ser enviados al frente sin los equipos ni uniformes adecuados y lo que es más grave es que no funcionan los seguros de salud que firmaron, ya que al ser herido por el ejército ruso “hasta el día de hoy nadie ha respondido frente a sus situación” y no se atreve a irse “por temor a represalias” y sigue “viviendo un infierno dentro de las filas ucranianas“.

Esta gravosa situación la viven también otros mercenarios latinoamericanos, como colombianos, ecuatorianos y peruanos. Incluso han habido muertos y los seguros de vida no existen, “El Enganchado” termina señalando que “estos meses hemos sido duramente golpeados por los rusos y hay un ambiente de derrota generalizado”. 

Sin ánimo de juzgar las razones que pueden llevar a un ex soldado a exponerse en  operaciones bélicas en los rincones más remotos del planeta, y tomando las palabras recibidas en forma anónima con la distancia y la seriedad que nos caracteriza, sí podemos hacer una reflexión sobre el silencio que existe en torno a este negocio. Países que promueven guerras contratando mano de obra barata para la primera línea de fuego, países que se benefician de un negocio que genera miles de millones de dólares en ganancias por ventas de insumos y armamentos y que al final del juego sólo se comportan como empresas que participan de los beneficios del libre mercado, buscando ganancias sin hacerse cargo de las consecuencias.   

RECUADRO.

Según el Protocolo 1 Adicional a los Convenios de Ginebra relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales (1977), artículo 47

“Un mercenario es cualquier persona que:

– Se recluta especialmente en el país o en el extranjero para luchar en un conflicto armado;

– De hecho, participa directamente en las hostilidades;

– Está motivado para participar en las hostilidades esencialmente por el deseo de obtener un beneficio privado y, de hecho, se le promete, por una Parte en conflicto o en su nombre, una compensación material sustancialmente superior a la prometida o pagada a los combatientes de rangos y funciones similares en las fuerzas armadas de esa Parte;

– No es nacional de una Parte en conflicto ni residente en el territorio controlado por una Parte en        conflicto;   

– No es miembro de las fuerzas armadas de una Parte del conflicto; y

– No ha sido enviado por un Estado que no es parte del conflicto en misión oficial como miembro de sus fuerzas armadas.

Estos requisitos son acumulativos, lo que significa que deben ser todos aplicables para que un individuo sea categorizado como mercenario.”

Fuentes:

https://www.ohchr.org/es/special-procedures/wg-mercenaries/international-standards