¿Qué se juega en Bolivia? Evo en la lucha antiimperialista y anticapitalista en América Latina

por Jorge Gálvez (Coordinador Nacional de Mov Soberanistas y Presidente Unión Bicentenaria de los Pueblos-Chile)

Fui invitado junto a una delegación chilena al Congreso del Nuevo Instrumento Político impulsado por el presidente Evo Morales, un espacio donde se respira la fuerza de un movimiento arraigado en el pueblo boliviano. Durante mi estadía, pude presenciar de primera mano el impresionante nivel de adherencia que Evo Morales mantiene en Bolivia, la disciplina férrea de los trabajadores y trabajadoras, el entusiasmo vibrante de quienes luchan por un futuro mejor y la profundidad del debate dentro del mundo popular.

Bolivia vive un nuevo momento revolucionario que no solo redefine su propio destino, sino que marca el pulso de América Latina. En este contexto, el liderazgo de Evo Morales y la organización del pueblo boliviano se erigen como un ejemplo de resistencia, construcción política y reafirmación del poder popular en el continente.

Bolivia se encuentra en una encrucijada histórica

La crisis económica y política que atraviesa el país es el resultado de las erráticas acciones del gobierno de Luis Arce, que han sumido a la nación en un escenario de incertidumbre, marcado por la falta de energéticos y la paralización del proyecto de desarrollo industrial que Evo Morales había impulsado mediante la nacionalización de los recursos naturales.

Desde el Congreso del nuevo instrumento político de Evo Morales y del pueblo boliviano, los militantes revolucionarios han debatido los programas y estrategias del nuevo proyecto que Morales debe encabezar tras el inminente triunfo electoral. Sin embargo, dicho triunfo se encuentra amenazado por las maniobras antidemocráticas del gobierno de Arce, que busca impedir su participación en los comicios.

El congreso del nuevo instrumento político se desarrolla con una gran disciplina, con un pueblo que demuestra una alta conciencia social, con capacidad de debatir temas profundos que delinearán la política, la economía, la tecnología, la cultura y el de un nuevo modelo democrático de Bolivia en los próximos 50 años. Esta instancia de deliberación no es solo un evento partidario, sino la manifestación de un proyecto de largo plazo que busca consolidar un modelo soberano y popular, cimentado en la autodeterminación y la resistencia al dominio extranjero.

El regreso de Evo Morales a la presidencia no solo significaría una transformación interna para Bolivia, sino que también alteraría la correlación de fuerzas en América Latina. Su liderazgo representaría un punto de inflexión para los movimientos populares y revolucionarios de la región. Morales fortalecería la articulación con procesos revolucionarios en Venezuela, Nicaragua, Cuba y Honduras, consolidando un bloque de resistencia frente al imperialismo y el neoliberalismo. Su regreso al poder sería clave para la construcción de una fuerza regional capaz de insertar a América Latina en el mundo multipolar, a través de iniciativas como los BRICS y otros mecanismos de integración.

El proceso que vivirá Bolivia será más profundo, más radical, más anticapitalista y más antiimperialista que los anteriores gobiernos de Evo. Las élites y el imperialismo lo saben, por eso han desplegado una variada estrategia de desprestigio, con campañas mediáticas, lawfare y hasta intentos de asesinato contra el ex presidente. La historia reciente demuestra que cuando un liderazgo revolucionario adquiere una posición firme contra el dominio extranjero, las fuerzas reaccionarias recurren a todos los medios para impedir su avance. Evo representa una amenaza real para los intereses del capital transnacional, y por ello buscan obstaculizar su retorno.

La militancia popular, los sindicatos y las comunidades han asignado a Evo Morales no solo como el líder natural de este proceso, sino como el comandante de una nueva revolución boliviana. Su liderazgo ya no se limitará a la administración de un gobierno, sino que se consolidará como la dirección de un proyecto histórico de emancipación. Con un mandato que emana directamente del pueblo organizado, Morales encarna la voluntad colectiva de un país que busca profundizar su camino hacia una economía soberana y una independencia política total.

La vuelta de Morales también implicará una recomposición de las fuerzas populares de izquierda, con una estrategia verdaderamente anticapitalista y antiimperialista. Será una alternativa al progresismo proestadounidense que en las últimas décadas ha desviado la lucha de los pueblos hacia una agenda “woke” y superficial, despojándola de su contenido revolucionario. Su liderazgo desafía la injerencia extranjera y la política de sumisión que ciertos sectores progresistas han adoptado en la región.

El destino de Bolivia está íntimamente ligado al de América Latina en su conjunto. La lucha de Evo Morales y del pueblo boliviano no es solo una causa nacional, sino un frente de batalla decisivo para el futuro del continente. Es imperativo que todas las fuerzas antiimperialistas y soberanistas se unan en defensa de este proyecto, que representa la posibilidad real de una América Latina emancipada del dominio de las potencias hegemónicas. El triunfo de Evo será el triunfo de los pueblos que resisten, de los que sueñan con un futuro de dignidad, justicia y soberanía.